Cuando el sol brilla: capítulo II «Los primeros rayos del sol».
Hola. Hoy subo el segundo
capítulo de «Cuando el sol brilla». La próxima semana intentaré subir algo más
que los pensamientos de la semana.
Ahora, el capítulo.
Capítulo II «Los primeros rayos
del sol».
Cuando llegamos a la nueva
ciudad, fue sorprendente. La ciudad tenía mar y aunque ya lo había conocido
anteriormente, en unas vacaciones de verano. Al llegar a la nueva ciudad, el mar se veía desde lo lejano,
tan amplio, tan azul y tan cerca que era un espectáculo el solo observarlo.
La nueva casa, quedaba a quince
minutos desde el centro de la ciudad. Las casas eran todas blancas y se
alineaban de forma apareada. La casa de mis padres y en la que viviría quedaba
a la mitad del pasaje. El lugar donde viviríamos, era una nueva etapa, ya que
las primeras casas eran rojas, mientras que estás eran blancas.
La casa solo tenía dos
habitaciones: la matrimonial y la normal; un baño, una cocina y living-comedor;
el patio y antejardín eran grandes, para ese tipo de construcciones. Era un
lugar agradable.
Mis padres cedieron la habitación
matrimonial a sus hijos, ya que era un lugar más grande y cabía la cama y el
camarote, mientras que ellos se quedaron con la habitación normal.
Era verano.
La ciudad nueva, tenía buen clima
y no era ni muy seco ni muy húmedo. A mi madre le gustaba, ya que la sufría en
invierno, porque donde vivíamos antes, era muy frío. Aquí, la nueva ciudad, no
lo era tanto.
Hay un gran espacio que no
recuerdo, solo cuando llegamos y cuando comencé el colegio —primero básico—. El
verano, o mejor dicho los dos meses y medio se perdieron en alguna laguna de mi
conciencia. ¿Por qué hay personas que olvidan cosas de su infancia? ¿O cosas
que sucedieron, por muy pequeñas que hayan sido?
A veces me gustaría recordar más
cosas, pero luego pienso que se perdieron esas memorias, porque no fueron lo
suficientemente fuertes para lograr perdurar. La memoria es algo maravilloso,
pero complicada a la vez.
Comentarios
Publicar un comentario