Pensamiento 66


«—¡Vete! —gritó desde la puerta.
La rabia y la irá carcomían su corazón.
Luego a media noche, 
dos toques en el celular le dijeron que él nunca más volvería.
Había volado lejos de este mundo.
De rodillas cayó y la rabia e irá la domaron:
—Mi culpa es —,
sonrió con pena.»


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