Relato: El acuerdo
Hola, un día más. Hoy les traigo una historia un tanto extraña, pero agradable. Espero en el futuro poder hacerle la extensión. Sin más a leer.
Título: El acuerdo.
Autor: Ann Suou.
Año: 2012.
Clasificación: para mayores de 18.
Género: homoerótico, relación hombre con hombre,
m/m, romance.
Estado: terminado.
Descarga: próximamente.
Pueden leerlo: Fictopia o abajo.
Sinopsis:
Ellos eran amigos, compañeros de cuarto,
confidentes y secuaces; pero por sobre todo, tenían sentimientos hacia el otro.
Gabriel siempre se dio cuenta que Cristián lo
amaba, pero por ser de naturaleza insegura, no le decía.
Un día decide simplemente lanzarse hacia Cris, ya
que no soporta esperar más, ¿cómo será la reacción de Cristián?
Comentario de la autora: está historia nació para
participar en el concurso de lemmons, realizado por Fictopia. Espero algún día
poder extenderla, ya que me gusto el argumento, pero por bases del concurso no
se describe mucho, ya que solo se podía usar mil palabras como máximo. Así que
espero poder algún día escribir toda la historia de Gabriel y Cristián, dos
chicos un tanto especiales.
Ah, otra cosa, espero que les guste la portada. Estuve dibujandola un buen rato, para ver que era lo que quería, jajajá...
El acuerdo
Por Ann Suou.
Entró al living y tiró la mochila al
sillón. En tres grandes zancadas llegó hasta la ventana, donde abrió las
cortinas y se giró para observar el lugar. Estaba igual que ayer, desordenado.
Se llevó su mano izquierda y se despeinó con fuerza, luego se mordió el labio y
contó hasta cinco para encaminarse hacia la habitación de Gabriel.
Tocó la puerta, agarró el pómulo y lo
giró. La habitación estaba sumamente oscura y en la cama se observaba un bulto
dormir. Sonrió. Se acercó con cuidado hasta la cabecera de la cama y se sentó
en la orilla. Tocó el hombro de Gabriel y le susurró al oído:—Despierta.
—Mm —lanzó unos ligeros gruñidos—, media
hora más.
—Es tarde. Es hora de levantarse —golpeó
su cabeza, muy suavemente.
—No hay clases…
—Lo sé, pero es malo dormir mucho
—toqueteo el cráneo y se levantó de la cama—. Te haré el desayuno.
—Gracias, Cris.
Cristián se levantó de la cama y salió del
cuarto. No entendía porque era tan tonto, simplemente debía decirle lo que
sentía y ver cuál era la respuesta de Gabriel, pero aún estaba inseguro sobre
sus propios sentimientos y es que sólo hace un par de semanas se dio cuenta de
ellos. Y lo sorprendió mucho el saber que se había enamorado de su compañero de
cuarto, amigo, confidente y secuaz. Todos los días solo pensaba en él. Quería
agarrarlo del mentón, morder sus labios y luego besarlo dura y salvajemente.
Suspiró al llegar a la cocina. Puso la
tetera y abrió el refrigerador. Sacó la margarina y el queso; llevó los
alimentos hasta la mesa y los colocó sobre los individuales. Dio una carrera
más por las tazas y el café.
—¡Gabriel, el desayuno está listo! —Gritó
desde la cocina, mientras la tetera comenzaba a sonar.
Sirvió el agua y espero a que Gabriel
apareciera a través de la puerta. Cerró los ojos y lanzó pequeños suspiros.
Quería tocar a su amigo, pero temía las consecuencias. Y no era porque Gabriel le
dijera que era un homo, no, no era por ello; era porque él simplemente era de
naturaleza insegura, no confiaba en sí mismo. Por ello nunca sus relaciones
duraban. Era un tipo sin autoestima.
—¡Hey! —La voz del chico fluyó hasta sus
oídos— ¿Qué pasa con esos suspiros?
—Nada. Me preocupan las pruebas.
—¿Sí? —Se acercó y tomó asiento—¿Muy
complicado?
—Sí —mintió.
El desayuno fue tranquilo y lleno de risas
sobre anécdotas y desvaríos. Al término, Cristián limpió la mesa.
—Yo lavó, siéntate a ver la tv —dijo
Gabriel.
—¿Sí? —Lo miró sorprendido— ¿Desde cuándo
eres tan amable?
—Siempre he sido amable. Siempre —desapareció
en la cocina.
Gabriel dejó el agua correr y lavó los
platos mientras escuchaba el sonido de la televisión. Estaba contentó que Cris
fuera tan atento e ingenuo. No entendía como el chico no se había dado cuenta
de sus propios sentimientos hacia él, la forma en que lo miraba y desnudaba con
sus oscuros ojos. Había que ser idiota, para no darse cuenta de que Cris estaba
loco por él.
Terminó de colocar la taza en el mueble y
se fue hasta el living, donde Cristián estaba concentrado viendo las noticias.
Se acercó con paso lento y rodeo su cuello
de forma animada y cariñosa. Sintió un temblor en su compañero y habló:
—¿No deberías de atacarme? ¿Después de ser
amigos por dos años, compañeros de piso por un año y secuaces por seis meses?
¿Acaso no te enloquezco?
—¿Qué? —Cristián se giró y lo observó
sorprendido— ¿Te habías dado cuenta?
—Eres obvio y muy transparente. Hay que
ser idiota para no darse cuenta, ¿y qué me dices?
—Yo…
—Idiota —Acercó su boca y besó los labios
de Cristián. Agarró el labio inferior y lo
saboreó con suavidad para luego introducir su lengua en la cavidad, lamió los
dientes y se aferró con más fuerza al cuello del joven, mientras se acomodaba
en el sillón.
Tocó los hombros de Cristián y descendió
por pecho hasta la cintura, donde dejó que su cuerpo actuara por sí solo;
lentamente subió la polera y tocó la piel trigueña. La amó, era tan cual se la
había imaginado: suave, pero masculina. Separó sus labios y sonrió como
estúpido y volvió a capturar aquella boca que lo enloquecía.
Lentamente sus manos traviesas y curiosas
despojaron la ropa de Cristián, mientras incitaba al joven a quitarle las
prendas que llevaba puestas. Ambos quedaron desnudos, mostrado sus cuerpos masculinos
y normales. Separó sus bocas para tomar aire y cuando lo hizo, se tiró sobre
Cristián.
La espalda tocó la fría tela del sillón y
dio un ligero respingo. Sin lograr pensar en nada sintió el peso del cuerpo de
Gabriel y se dejó mimar. Quería esto de hace mucho tiempo y hoy no lo iba a
evitar.
Se toquetearon lentamente, se mimaron con
suaves y fuertes caricias. Se tocaron desde la frente hasta sus ingles y se
besaron incontables veces. El calor subió a sus cabezas y el deseo se apoderó
de ambos. Gabriel tomó el falo del joven y lo masajeo de arriba hacia abajo y
comenzó a anchar el ano con lubricante que había ocultado en el sillón.
—Ya está —habló levantándose y lentamente
lo penetro. El ritmo comenzó a aumentar de poco hasta que ambos cuerpos
comenzaron a moverse como una sola persona. Ambos se abrazaron y se besaron incontables
veces, mientras la fricción aumentaba a cada segundo y los gemidos se hacían
escuchar.
Dio unas últimas estocadas y cuando se
liberó, sintió el líquido blanquecino en su estómago. Satisfecho cayó sobre el
pecho de Cristián.
—¿Quieres salir conmigo?
—¿Qué eso no se pregunta antes?
—Bueno, nos saltamos un paso. ¿Te gusto?
—Sí, me gustas.
—Ves, no nos saltamos ningún paso. Tonto.
—Lo que digas —su pequeña mano acaricio el
rizado cabello castaño de Gabriel y cerró los ojos contento. Hoy era feliz y así
esperaba serlo mañana y en el futuro.
Gracias por leer~

El acuerdo by Ann Suou is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Permissions beyond the scope of this license may be available at http://cuando-el-sol-brilla.blogspot.com/.

El acuerdo by Ann Suou is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Permissions beyond the scope of this license may be available at http://cuando-el-sol-brilla.blogspot.com/.
Comentarios
Publicar un comentario