Nota: Historia ChicoxChico / hombre con hombre; sí no estás de acuerdo con éste tipo de relación no lo leas. ¡Estás advetid@!



Mi deseo… eres tú
Autor: Suou



 


“En este mundo,
Un hada busca su otra mitad,
Bajo un cielo gris, lo encontró.
Y el mundo de él, la alejo.”





Capítulo X “Lo más preciado”







—¡No eres Yuuri!— el joven intentó levantarse y colocarse de pie: colocó una rodilla primero, luego dobló la pierna y se dio un pequeño impulsó. Sus dos pies estaban equilibrados. Se tambaleó mientras avanzaba hasta Yuuri, éste se encontraba quieto sin poder hacer nada.
 Yuuri observaba cómo Wolfram se aproximaba hasta su persona; la sangre se refalaba lentamente por aquel cuerpo, las magulladuras eran notorias y ese rubio cabello se encontraba manchado y sucio. No podía ver a Wolf así. Antes que el muchacho fuera a dar al piso se acercó y se unió con un abrazo fuerte.
—¡Wolf!— gritó. Estrujó al otro joven entre sus brazos, sin permitirle huir — siento no haber llegado pronto, siento no haber estado cuándo debía estar… Perdóname, no volverá a suceder….Pero ahora debemos irnos….
—Yuuri— sintió su voz quebrarse. Aquella persona que estaba ahí frente a él, era el verdadero Yuuri. No podía creerlo, ahí en sus brazos.
 —Wolf, debemos irnos…
—Yuuri— de su bolsillo saco los pétalos de la flor. Se separó y lo miró a los ojos - toma, debes llevártelo ahora -colocó los pétalos en la mano del chico y lo miró con decisión.
 —¿Irme?
 —Sí, vete.
—No puedo irme sin ti…
—Qué dices, Greta te está esperando. Así que vete.
 —No me iré sin ti. Vine a buscarte. Vine para que regresemos juntos…
—¡Vete!— le dio la espalda.
—No— agarró el hombro del rubio y lo giró —no me voy a ir sin ti.
 —Te digo que no puedo irme. Debo terminar con algo-calló unos segundos — ya no me puedo ir…
 —¿Qué?
—Quizás esté sea el adiós, así que seré rápido y lo diré con fuerza — lo miró a los ojos y sonrió —Sé un buen rey — se aproximó y le dio un fuerte abrazo y se separó.
 —Wolf…
 —Vete, va a llegar pronto. Ya no queda tiempo.
 —¡Wolf!
—¡VETE!— grito mientras la Hidrya caía desde el cielo.
 El sol ya había salido y apenas iluminaba las copas de los árboles, el viento corría con parsimonia alrededor, mientras la chica caía en picada libre hacia el muchacho.
 —¡WOLFRAM!—gritó.
 El muchacho vio a Yuuri y le suplicó con la mirada que se fuera -Por favor, vete…
—Pero…
—Es la vida de Greta y de los demás que está en riesgo. Prometo que volveré con ustedes, pero ahora debes irte…Yuuri, por favor- se acercó un  poco al joven y le abrazo fuertemente, para luego soltarlo.
 Yuuri aturdido se dio la vuelta y se echo a correr como si de eso dependiera su vida. Escucho un ruido amortiguado desde la lejanía, pero no regreso; confiaba en Wolfram y que regresaría con él y con los demás.
 Sus pies tocaron la tierra, alzó la mirada hacia aquellos ojos verdes que le esperaban y le sonrió con autoconfianza:
 —Veo qué no te fuiste…
—No podía irme sin haberte eliminado…
—Ya te lo dije que es inútil. Sí yo muero, tú también lo haces…
—Quizás —empuñó su espada hacia la criatura y está la sostuvo entre sus delgados y feos dedos.
—­Wolf, estaremos por siempre juntos…—de sus dedos largos apareció una rama que se fue multiplicando hasta formarse una serie de hilos que se iban cruzando, dando lugar a una espada de madera.
—Claro que no. Me esperan de regreso— respondió alzando con fuerza el filo de la espada contra el de la Hidrya.
—Me perteneces, — movió la espada de izquierda a derecha, intentando derribar a Wolfram- desde que te vi, ha sido así- sonrió.
 Ambos luchaban sin dar tregua. La criatura miro con rabia como el joven daba tan buenos golpes, se notaba la experiencia, si seguía así lo más probable es que la vencería. Con  rapidez levanto su rodilla y le dio de lleno en el estómago haciendo que Wolfram cayera al piso.
 Wolfram sintió el impacto en sus rodillas y no pudo evitar sentir un horrible dolor en su talón. La adrenalina estaba dejando su cuerpo y el dolor se apoderaba de su cuerpo. Nunca en su vida había estado tan herido, pero debía de derrotar a aquella criatura. Si lo hacía todo volvería a la normalidad y lo más probable es que nunca más el polen sería liberado. Se agarró el estómago, respiró despacio y cerró los ojos concentrándose en el dolor y luego se colocó de pie como sí nada.
—Veo que eres fuerte, pero deberías darte por vencido— se alejó un poco y se colocó en espera a que la atacaran — ¿Qué te cuesta quedarte junto a mí? Es un precio bastante bajo para proteger a tú gente, además quién sabe si realmente le importas. Después de todo estás aquí solo, sin nadie.
—Puede ser, pero prometí que volvería aunque este agonizando ¡así lo haré!-se tiró encima de la mujer con su espada y le rozo la mejilla dejándole un largo corte.
—¡Ack! eso duele— con su espada de madera lo repelió hacia atrás y se llevó sus dedos alargados a su mejilla y se limpió la sangre que resbalaba.
 Observaba a la mujer, aún no encontraba el punto débil y eso le preocupaba. Sabía que no iba a aguantar mucho, pronto su cuerpo se paralizaría y dejaría de moverse. Su cuerpo punzaba incontrolablemente.
—¿Por qué quieres qué me quede a tú lado?— preguntó, descubriendo que no tenía la menor idea de que aquella mujer estuviera tan obsesionada con él, aunque a veces pasaba que la gente le mirará de más, pero a ese grado, no.
 —¿Eh?— sus ojos se abrieron enormemente y habló—Porque te quiero para mí.
 —Pero, ¿por qué? Yo nunca te he visto ni sé quién eres— se llevó las mano a su estómago, algo no iba bien. Había sido un golpe simplemente, pero dolía. Necesitaba tiempo.
—¿No lo sabes?— se alejó y regresó con lentitud.—Bueno, nunca me presente a ti, pero si nos conocemos. Una vez me salvaste hace ya mucho tiempo…— quedó pensativa, ya que no recordaba hace cuanto tiempo había ocurrido.
—Lo siento, pero no recuerdo cuando…— habló bajando su voz.
 —Fue cuando un hombre qué comercializaba objetos prohibidos…—guardo silencio unos segundos —me tenía tomada del brazo y llegaste a salvarme…
—Puede ser…— intentó recordar la situación—… recuerdo que había una niña, ¿eres la niña de rojos cabellos?
 —Sí… era yo. Y desde ese entonces quise que fueras mío.
 —Pero las cosas no funcionan así. No puedes hacer tuyo lo que tú quieras…
—¿Por qué?
—Porque no. Es algo natural preguntarle a alguien si quiere estar a tú lado, pero nunca obligarle a ser tuyo.
—Sigo sin entender. Mi abuela me decía que yo le pertenecía hasta que muriera y sería libre. Pensé que también era así para mí. Elegir a alguien que fuera sólo mío.
—Tienes algo de razón, pero debe ser con consentimiento. Ambos deben de estar de acuerdo.
—Pero yo te quiero y eso me basta.
 —Pero yo no siento nada por ti. No te conozco y cómo me quieres si nunca has estado junto a mí. No me conoces. Y no lo entiendo.
—Pero…— la espada cayó. Nunca en su vida le habían explicado nada. Su vida era pequeña. Su abuela nunca le dijo aquellas palabras, pero lo quería para ella. Sentía su corazón latir con intensidad cada vez que estaba frente a él. Le encantaba sus ojos, su cabello, sus labios, su contextura…Todo le gustaba.— te quiero, y eso es todo, ¿acaso no quieres a nadie? ¿A alguien que te quita el aliento?
—Mm…sí — respondió bajo. —Pero no le obligo a qué me pertenezca. Intento ganármelo.

—Pero ¿yo no hago lo mismo? Intento ganarte…
—No, es diferente. Tú has involucrado a muchas personas.
—Pero no fue mi culpa. Eso fue sin querer, simplemente actuó por sí misma la flor- se calló y volvió a hablar cómo para sí- antes qué yo había alguien más… Quizás esa persona fue lo que hizo esto, por qué yo estaba…no lo recuerdo muy bien, pero yo sé que después de rescatarme escuche lo de la flor y fui a buscarla… la busque y me encontré con esa persona, luego de eso no recuerdo nada.
 Podía escuchar lo que la chica hablaba y no entendía del todo lo que decía. Y el dolor aumentaba, comenzaba a consumir por completo su cuerpo. Respiró y la observó intentado descifrar todas las cosas que pasaban por su cabeza. Algo en todo eso no iba bien, algo no cuadraba.
 La muchacha lo miró en el suelo y se le acercó. Se arrodilló y le tomó del mentón, se mantuvo con su mirada directa. Intento meterse en el interior del joven, pero algo había que no entendía ¿qué era realmente lo que sentía por él? ¿Amor? ¿Agradecimiento? ¿Apego? ¿Cariño? ¿Obsesión? No lo entendía, lo único qué estaba claro es qué lo quería para ella, su corazón latía fuerte….sólo eso.
 Sintió su aliento en su nariz y fijo su mirada en aquellos marrones ojos. Se perdió en su mente, intentando descifrar la verdadera situación.
 No pudo resistir y beso aquellos labios. Fue suave, despacio y rápido. Su corazón salto en su boca y salto hacia atrás. Lo había besado y sentido. Había probado esa boca y entendió que realmente más que desearlo lo amaba…Siempre lo amo y lo quería para ella, si ella no lo tenía no sería de nadie. Obtener lo que se quiere sin importar el precio a pagar, era parte de la vida, y estaba dispuesta a dar lo que fuera por el joven.
Sintió el toque en sus labios y la mujer se alejó. Lo tomó por sorpresa y al tocar esos labios apreció una gran confusión y tristeza. Era obvio que la chica no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo. Había algo detrás de ella que la manipulaba, pero ¿cómo averiguarlo? Engañarla era la única forma de saber toda la verdad.
 Tocio un poco, se llevo con más fuerza las manos  a su estómago y respiró entrecortado. Dolía y mucho. Como pudo se levantó y se dirigió a ella:
 —¿Quieres qué me quede a tú lado?—preguntó dudando de su propuesta, pero era todo lo que podía hacer ahora.
—¿Qué?— sus ojos se abrieron y se alejo más.
 Se acerco a la chica con paso decidido. Esto era lo que quería hacer, proteger a todos los que a amaba a costa de su vida, todo valía.
—¿Qué dices? ¿Quieres qué esté a tú lado por siempre?— se detuvo frente de la Hidrya y le agarró un mechón de cabello largo y lo olio, para luego sonreírle.
 No podía creer lo que el chico decía. Se quedaría con ella por siempre. Ya no estaría sola más. Era feliz.
 —Sí.— inclino su cabeza y sin pensarlo lo abrazo. Rodeo sus brazos en el cuerpo maltratado de Wolfram y recito varias palabras.
Su cuerpo ya no se sintió pesado. La sangre dejo de brotar y el dolor cedió. Estaba curado y por más que intentará regresar atrás le era imposible. Descubriría todo lo que estaba sucediendo.
 El aliento se escapaba de su boca. A penas respiraba, pero presentía que Ao estaba cerca. Tropezó con varias ramas que nacían del suelo, como por arte de magia. No entendía muy bien el lugar al que habían ido a dar, pero era extraño, sólo ayer era otro. Era sumamente sospechoso que nadie haya aparecido y amenazado. Pero no tenía tiempo de averiguar todo lo que pasaba. Tenía la planta en sus manos y con ello la cura, todos se recuperarían y todo volvería ser como en el pasado. Y volvería por Wolfram.
 Sus pies lo llevaban por un camino lleno de grietas y de amarillas y marchitas hierbas que nacían desde el piso. Todo eso era sospechoso. Corrió más rápido cuando observó a lo lejos a Ao, quién lo esperaba dando pequeños saltitos.
—Ao, gracias por esperarme…— le tocó el hocico y se subió.
 Golpeo el estómago del animal y se perdieron entre el marchito bosque. Arqueo una ceja, mientras pasaban por los árboles y no entendió que había sucedido sólo en una noche. Ayer todo estaba tan verde y ahora….definitivamente algo estaba pasando. Pero no podía detenerse todos le esperaban. Hoy Greta podría morir y eso no lo permitiría.
 Ao cabalgaba a toda velocidad, desde una colina se podía observar a Shin Makoku alzando tan magníficamente. Respiró hondo con el corazón en la boca, sus manos se mojaron por el sudor frió y rogó para que Greta aún estuviera con vida.
 Las largas calles de la ciudad se mostraban desérticas, unas cuantas personas caminaban. Le miraron sorprendidos y le sonrió, indicándoles que todo estaba bien. Qué pronto la enfermedad se esfumaría de ahí.
 Su caballo llegó hasta la gran puerta del castillo Pacto de Sangre y bajo una vez que el animal se detuvo. Sus pasos lo llevaron directo al cuarto de Gisela. Los pasillos estaban despejados y no sentía ruido alguno. Dobló a la izquierda y luego subió otra escalera y dobló a la derecha, frente a él estaba el cuarto de la mujer. Tocó la puerta y sintió la voz indicándole que entrará:
—Gisela— habló, mientras abría la puerta.
 —¿Majestad?
 —Sí, estoy de vuelta, — se aproximo hasta la cama de la mujer y de sus bolsillos saco los pétalos de la planta - aquí está la flor de la ilusión— los dejo en las manos temblorosas de Gisela.
 —Y…— lo miro a los ojos con miedo, y continuo —¿Dónde está Wolfram?
—Bueno…él— no sabía que decir. Había tanto que contar, pero lo que importaba era Greta y las personas que se contagiaron- está vivo, pero necesitamos hacer la cura y pronto…
 —Sí, es verdad.— Se levantó, todo su cuerpo temblaba y lucía pálida. Se dirigió hasta una pequeña mesa que había al final de la habitación y deposito los pétalos, luego se dio la vuelta y habló —Majestad, ¿puede ir a la habitación de Anisina y pedirle el granposióncurar? —Se detuvo un momento y siguió - ella sabe a qué me refiero.
 Yuuri no se hizo de rogar y se fue a la habitación de Anissina. Tocó la puerta y entró.
—Majestad…
 —Buenos días Anissina, Gisela me envía a buscar el granposióncurar— le habló observándola. La mujer lucía sumamente pálida, mucho peor que Gisela. Su habitual personalidad se opacaba por la enfermedad.
 Anissina lo miró con una sonrisa y se aproximo a un cajón y le entrego el artefacto. El objeto se acomodo perfectamente a la mano de Yuuri, lucia de un color magenta brilloso, era un tubo largo y grueso, con una base en forma de cuadrado que era activado por una palanca.
—Gisela sabe cómo funciona…
—Gracias…— se dio la vuelta y regresó al cuarto de la curandera.
 Al llegar a la habitación de la mujer, la vio levantada junto a la mesa del fondo. Se aproximo y le habló:
—Aquí está—llego junto a ella y se lo pasó en las manos.
—Así que esté es el artefacto —lo tomó entre sus dedos y lo observó un rato. Cogió los pétalos y los metió en el tubo, cerro la abertura y le dio a una pequeña manivela y el aparato comenzó a sonar estridentemente. Los pétalos comenzaron a elevarse y a multiplicarse en el tubo ancho, mientras que un ventilador destrozaba la planta que era llevada hasta la parte baja que se reducía a sólo dos centímetros de diámetro y se transformaba en un líquido rosa mosqueta.
—¿Qué haces Gisela?
—Vamos a transformar los pétalos en un líquido— movió el artefacto, al mismo tiempo que una botella de unos 250 cc se llenaba— para dárselos a todos quienes fueron contagiados-la mujer tomo la botella y se la ofreció a Yuuri, mientras una segunda botella comenzaba a llenarse.— Toma. Dale diez gotas a Greta y espera a que despierte. No queda mucho tiempo…
—Sí— agarró la botella y salió del cuarto.
 Corrió a toda velocidad hasta la habitación de su hija. La abrió con rapidez y se echo encima de la cama. Y tomó una cuchara de la mesita y vertió las diez gotas. El olor del líquido era dulce, pero desagradable. Olía como a desesperación e irracionabilidad. Le dio un escalofrió por toda su espina dorsal.
 La niña apenas respiraba. Se encontraba pálida y sudorosa. La vida se escapaba de aquel cuerpo pequeño. Yuuri se acercó con la cuchara en su mano derecha hacia sus labios y abrió la boca con cuidado de derramar el líquido. Lo introdujo. La niña dio varias convulsiones que asustaron a Yuuri.
—Greta— tiró la cuchara y la afirmó a su cuerpo— ¡Greta! ¡Greta, abre los ojos!- la abrazo a su cuerpo cuando sintió que la niña ya no hacía ningún movimiento. Y el aliento se le fue del cuerpo. Yuuri movió el cuerpo varias veces, lo sacudió, pero no hubo respuesta alguna— Greta…—no quería que su hija muriera. Y lloró —Greta, Greta, Greta…
 La habitación se encontraba en penumbra. El sol apenas entraba por las cortinas. El silencio era insoportable, sólo lo rompía el llanto de Yuuri. El joven tomó el cuerpo de su hija entre sus brazos y la abrazo fuertemente meciéndose hacia adelante y atrás. No quería que esto pasara….No…
 El cuerpo se enfriaba y los labios se teñían de un color rosa pálido. Y Greta no despertaba. Los lamentos de su padre no hacían  absolutamente nada para que la niña despertara.
—Greta, por favor….abre los ojos… ábrelos… por favor…No me dejes— hundió su cabeza en el cuello de la niña y lloró.

****



 La chica lo mantuvo abrazado a ella un buen rato. Intentaba fundir sus cuerpos, sentir el calor de Wolfram… Memorizar el momento.
 El sol comenzaba a moverse donde se encontraban. Cuando los rayos solares los tocaron, la hierba y los árboles a su alrededor se marchitaron poco a poco.  Y del suelo emanó unos pequeños gusanos blancos que se transformaban en orugas, y en sólo segundos ya eran mariposas negras y púrpuras, que desde el contorno de sus alas emergía una luz fluorescente y chillona.
“¿Quién es aquella que mintió?
¿Quién es aquella que dio la espalda?
¿Quién hizo que el príncipe se curará?
¡Oh! Es ella… ella…”
Una voz comenzó a cantar desde algún lado, mientras el suelo se convertía en una masa de cadáveres de las mariposas que en unos aleteos hacia el cielo caían  al piso.
“Nuestro amo no lo sabe,
No sabe que quiere permanecer aquí…
Aquí junto a sus doncellas.
¡Oh! Amo mío permanece…
Convéncete de que es aquí tú hogar.”
Una segunda voz le acompaño, suave y profunda empezó a fluir hasta sus oídos. La voz se acercaba con calma y golpeaba sus cuerpos con dureza. Wolfram y la muchacha cayeron al piso y un rayo de luz los cegó a ambos.
“¿Quién me pertenece?
Tú, si…tú…
Mí amado…
Mi todo…
Mi….”
Unas cuantas ramas se rompieron cuando fueron pisadas con intención. Y un grupo de mujeres los rodearon. Las muchachas vestían vestidos blancos con bordes púrpuras que se arrastraban por el suelo marchitó.
 —Tú nos has engañado— habló una voz femenina y fuerte.
“¿Quién es mí amo….?
Ven aquí…
Tú hada te espera…
Sentada en un nogal…”
 Sus pasos delgados, amortiguaban el crujir de los cadáveres de las mariposas. Se aproximo hasta donde se encontraban el príncipe y el hada. En su rostro apareció una mueca de locura, pasión y deseo. Se llevó los dedos delgados y largos a sus labios y los rozó. Su príncipe estaba allí, frente a ella. Su trofeo.
 Una extraña sensación los captura y cayeron de rodillas sobre los cadáveres de las mariposas.
 Wolfram y la muchacha se encontraban tendidos en el piso. Sus cuerpos se sentían cansados, dolidos y acongojados. Una fuerte luz los cegaba y los cubría, no les permitía ver absolutamente nada.
 El joven sintió una presencia a un costado y lo asustó. Su cuerpo se puso en guardia sin poder hacer mucho. No podía moverse. Una piel le toco su mejilla izquierda y luego sus labios.
 “Qué apetitoso ser”
 Sus manos fueron tocadas por un ser delgado y pequeño, rozo su piel y de la nada le mordió. Sintió una picazón y luego un ardor que se expandió por todo su sistema inmune. No respiraba, algo lo estrangulaba.
 —Quiero que lo mates— habló la voz femenina a la Hidrya.
—No quiero—le respondió.
—¿No quieres?— guardó silencio por un momento y se acercó a la muchacha. Le agarró de la cabellera y la elevó del piso. —Sabes qué debes obedecerme. Gracias a mi pudiste sobrevivir…Me perteneces tanto él como tú.
—No quiero matarlo. Lo quiero para mí y no lo deseo muerto.
—Qué ingenua niña. ¿Crees que alguien cómo tú, podrá tener a un príncipe cómo él? ¿Te has dado cuenta que el no siente ni el milésimo amor por ti? No te ama. No te conoce ni tiene porque amarte. Él sólo ama a su rey, ¿no es así Wolfram Von Bielefeld?
 Al escuchar su nombre por completo el pánico recorrió todo su cuerpo, acrecentando el dolor de la mordedura. No entendía cómo aquella mujer sabía su nombre y que estaba enamorado de Yuuri.
—¿Q…qué dices?— logró articular algunas palabras.
—Sé cómo te llamas, sé todo sobre ti. Lo que serías capaz de hacer y lo que no. Sé absolutamente todo de ti, ni más ni menos.
—Pero…






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