Relato: Y lo besé
Estado: términado
Categoría: vida, homoerótico.
Resumen: le vio y le gustó, pero no está enamorado. Simplemente lo desea con pasión, deseo y lujuria.
Notas de la autora:
Una historia corta, pero con algo de “picante”. Y lo bese, fue creada para poder comenzar a postear en un foro que me invitaron y no quería aparecer sin nada. Así que me dije: “debes de crear algo rápido y…” Y bueno así surgió esta entretenida historia.
En la entrada está corregido. Aún no lo vuelvo a subir para descarga.
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Adevertencia: historia que contiene chicoxchico, si no te gusta éste tipo de historia no leer, por favor.
Y
lo besé
Ann
Suou
No sé qué pasó,
cómo pasó o por qué pasó. Yo sólo estaba ahí de pie sentado en el taburete
frente a la barra. Tragaba como condenado el dichoso vaso de alcohol barato y
rancio. Tomé hasta la última gota y relamí por completo la orilla fría del vaso
de cristal.
Lo observé. Allí a
unos cinco metros en una esquina, con un grupo mixto se reía y levantaba los
brazos exageradamente. Tenía el cabello negro como la noche, unos ojos oscuros
maravillosos y unos labios delgados y hambrientos.
¡Ah!
Creó que fue gusto a primera vista, porque no puedo decir que me he enamorado,
¿quién se enamora en esta época? Yo no conozco a nadie así.
El bullicio era
tremendo, cómo un curso de quinto básico en el cole. Pero me importaba un comino aquello. Quería acercarme a él. Agarrarme
a sus caderas con fuerza, rozarnos con lujuria y devorar sus labios entre los
míos.
—Otro —pedí al
barman que me miraba con un extraño brillo curioso.
El vaso fue llenado
en unos segundos y lo tragué ansioso y nervioso. Mis sentidos estaban
debilitándose. Golpeé el cristal con la barra de madera tallada en no sé dónde.
Me giré
desesperado para no perderlo. Lo busqué con ahínco y lo encontré con una chica
todo pegajoso. Ambos se toqueteaban. Me hirvió la sangre…Sí, me hirvió la
sangre de puro celos… Yo quién sólo me fijé en él por su imagen. No estoy
enamorado de él, solo me gusta por el momento. No son celos, no lo son.
Mi mente estaba en
blanco y me bajé del asiento. Tambaleé de tanto en tanto y caminé lo más recto
posible. Me acerqué al grupo mixto y lo vi sólo a un metro de mí. ¡Ah! Era cómo la perdición. Cómo el más
dulce pecado. Cómo el fruto perdido…
Nuestras miradas
se conectaron por unos segundos. Yo inmediatamente bajé mi mirada y sentí que
todo mi cuerpo tiritaba de nerviosismo. Y no me gusta.
Me fui directo al
baño que estaba a la vuelta de la esquina.
Agarré el
lavamanos y me miré al espejo. ¿Ese era yo? No era feo, pero tampoco atractivo.
¡Lo deseo!
Hundí mi cabeza en
el chorro de agua fría y respiré hondo varias veces.
Uno tras otro
fueron entrando varios hombres al baño. Respiré profundamente y me lance
nuevamente al bar.
Me tropezaba
conmigo mismo. Estaba torpe (más de lo que soy).
Giré en la esquina
y lo volví a ver. Cada vez que lo veo me gusta más. ¡Ah! Quiero hacerlo mío y devorarlo pedazo a pedazo. Desde la
frente a sus dedos de sus pies. Chuparlo, lamerlo, comerlo… El alcohol hace
mal; envenena el alma y asfixia la imaginación.
Pasé caminado
lento por el costado del grupo y chocamos.
—Lo siento —nos
recitamos uno al otro y luego, y sin darme cuenta, me abalance sobre aquel
chico.
«No
me importa nada», le dije a mi subconsciente.
Agarré su cuello y
lo aproximé a mi boca. Él acepto gustoso mis labios y nos comimos a besos.
Toqué sus caderas. Me rocé furiosamente en su entrepierna, mientras metía mi
lengua en su boca. Su lengua paso a la mía y nos perdimos en nuestro mundo.
Me contorneo con
sus brazos normales y jóvenes. Me metió mano entre el contorno del jeans hasta
mis nalgas y las apretó con posesión.
Posé mis palmas en
sus muslos y me afirmé a él con pasión, deseo y lujuria.
Mordí sus labios,
relamí sus dientes, jugué en el interior de su boca y nos revolcamos cómo dos
animales en celo, solo con un beso sin terminar.
Nos hicimos el
amor en segundos. Sin darnos cuenta nos separamos y nos miramos a los ojos con
el sabor de más.
—Lo siento —me
disculpé al chocar con él.
—Lo siento yo… —me
miró. Su grupo se coloco a reír chillonamente.
—Realmente lo
siento —. Mi imaginación vuela desesperada por calor humano.
Sin darme cuenta,
de la nada recibí un suave toque en mis nalgas. Y lo miré. Él me guiño el ojo y
me indicó con sus labios el cuarto de baño.
Mi deseo se iba a
hacer realidad.
Una noche, una
presa más.
Contento me
encaminé al baño en su espera.

Y lo besé por Ann Suou se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.
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