La caja de dulces







Estado: Terminado.
Categoría: Cotidiano.
Resumen: Nobita encuentra una extraña caja y se come su contenido, sin saber que es lo que realmente le va a suceder, ¿podrá Nobita vencer su miedo?

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Opinión: Bueno este fic lo escribí para un foro que murió hace mucho tiempo. La historia es muy corta y fácil de leer. Realmente no sabía de que escribir y recorde que Doraemon es un clásico y me propuse a escribirlo, ahora viendolo se nota que es una historia muy antigua por la forma en que está escrito. Espero que les guste y puedan recordar a Doraemon...un clásico.




La caja de Dulces
Por Suou


         Iba caminando con una sonrisa estampada en su rostro. Luego de haber comido un trozo considerable de sandia y tomar una merecida siesta, no podía estar más feliz. Comenzó a tararear, la primera canción que se le vino a la mente.
         El cielo estaba despejado y se podía observar como los pajarillos revoloteaban en las copas de los árboles, por los tejados de las casas e incluso surcaban en aquella bóveda azul.
Iba a visitar a Shizuka, cuando vio algo caer. Se quedó parado, observando aquel objeto que comenzaba a descender e inevitablemente le dio de lleno en la cara, haciéndolo caer de bruces al suelo. Lo dejó inconsciente.
         Un niño se acercó y buscó la pelota:
―Nobita, ¿estás bien?― le preguntó agarrando el dichoso objeto, causante del accidente.
―uhh― no podía abrir sus ojos. Le dolía la cabeza por el golpe.
―¡Déjalo ahí!― gritó Gigante, al ver que el niño no regresaba.
―Pero…Gigante, ¡no responde!―
―¡Qué lo dejes ahí!― lo miró enojado, junto al bat en su mano, agarrando amenazadoramente,  el chico no tuvo otra opción que dejarlo allí.
         Al cabo de unos minutos, Nobita fue despertándose. Se tocó la cabeza, le dolía mucho, hasta le había aparecido un enorme chichón.
Se levantó como pudo y salió llorando y corriendo a su casa. Las pagarían, nadie se metía con Nobita:
―¡DORAEMON!― gritaba. Abrió la puerta, se descalzó y subió al segundo piso, donde supuestamente se encontraba el gato.
―¡DORAEMON!―volvió a gritar. Atravesó las puertas corredizas de su habitación, pero no encontró a nadie. Sus lagrimones recorrían su cara y no dejaban de salir, para calmarse comenzó a hipar. Se sentó en el piso y tomo aire, esperaría a que su fiel amigo llegara, para pedirle un arma que nadie pudiese hacerle daño.
Al girar su cara unos cuantos centímetros, vio una cajita de color verde chillón resplandecer, cerca del closet. Sus ojitos se iluminaron y ese bichito llamado “curiosidad”, se apoderó de su ser. Se paró y se lanzó sobre la caja, tomándola entre sus manos:
―¿Qué será?― sin discurso alguno la abrió y lo que vio allí, lo hizo quedar en tal estado que, su mano derecha comenzó a temblar, de a poco la acerco hasta tocar una pelotita amarilla, la levanto con cautela y la miro atento a lo que sucediese, pero nada ocurrió. La siguió observando, una idea paso por su mente y se la llevo a los labios, saco su lengua y luego se la pasó:
―Dulce― se dijo.― Debes ser un dulce del futuro, ¡Sí!― habló y se lo metió a la boca, luego otro y otro, hasta dejar unos cuantos.
         Después salió de su letargo dulce, ya no le dolía la cabeza, hasta había olvidado el asunto. Salió de su cuarto tranquilo, bajo las escaleras y llego a la entrada donde se coloco sus zapatos para salir a jugar. De camino se encontró con Shizuka que se le acercó corriendo:
―Nobita ¿Por qué no fuiste a mi casa?
―Lo siento linda Shizuka, pero si quieres ahora vamos.
―Ya―ambos se marcharon a la casa de la niña. Ahí la madre de está, les ofreció jugo y pasteles de arroz que Nobita no se opuso, y los devoró de una.
Esa tarde se la paso muy feliz con la niña, luego se despidió y regreso a casa.
De camino, vio como otra pelota venia hacia él, pero con sus malos reflejos no alcanzaría a esquivarla, pero un cuerpo grande lo salvo del impacto:
―Nobita, ¿estás bien?
―¿Gigante?
―¿estás bien?―volvió a preguntar el mayor.
―Sí…sí…―era raro que Gigante lo salvara, quizás los dulces tenían algo que ver.
El chico lo ayudó a ponerse de pie y se despidió moviendo su mano. Bueno que le iba hacer, quizás su vida cambiaria.
         Siguió su camino, no vio a nadie y comenzó a cantar…
―¡Hola Nobita!― miró quién lo saludaba. ―! Hola Suneo, ¿qué lees?―observó que su amigo llevaba una historieta y se le acercó.
―Son las aventuras de Mizu el espadachín.
―¿Me la prestas?― le miró en modo de suplica, aunque sabía que eso nunca sucedería.
―Bueno, pero me la devuelves― se la entregó.― Adiós Nobita― se despidió, para luego desaparecer en uno de los pasajes.
―Adiós― todo era muy raro, pero no importaba estaba teniendo un día perfecto.
         Al llegar a casa, su madre estaba en la cocina entonando alguna melodía, pero al sentir a su hijo decidió ir a verlo:
―Nobita
―¡Mamá ya hice la tarea!
―Que bueno. Toma― le ofreció un plato con pasteles y bebida.
―Gracias― subió por las escaleras hasta su cuarto. Una vez dentro se tiró al piso y comenzó a leer la historieta:
 ―Jajaja― reía, mientras se metía  el pastel a la boca, tomando el vaso y bebía el líquido…
―¡NOBITA A CENAR!― gritaron desde abajo.


     Cuando Doraemon subió rápidamente al cuarto:
―¿Dónde lo abre dejado?― miró en todos lados, buscando lo perdido, ahí  aun costado vio a su amigo durmiendo, con las caja en sus manos…
―¿Qué estarás soñando?...

                                                                        FIN.

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